
UN VIAJE ENTRE CIENCIA, CUERPO Y ALMA
Los tres derechos que nos devuelven a nosotras mismas
Cuando las preguntas son la brújula
Mi curiosidad nació conmigo. Cada pregunta era una puerta, y cada respuesta abría otra capa, una invitación a seguir indagando.
💭 Aprendí que hay búsquedas que no buscan respuestas, sino profundidad.
Los libros, las conversaciones profundas y las experiencias no me dieron certezas definitivas: me dieron nuevas preguntas. Preguntas sobre quién soy y cómo puedo vivir mejor.
La ciencia fue mi primera brújula. La precisión de la anestesiología me enseñó a cuidar la vida en sus momentos más frágiles. Me dio respuestas valiosas, aunque también me mostró que había preguntas que necesitaban otro lenguaje.
Cuando la ciencia se encuentra con el alma
Cuando conocí el yoga no sentí contradicción, sino continuidad. Otra capa se desprendía, revelando un conocimiento ancestral que me resultaba familiar.
✨ La rigidez de mi cuerpo me mostró la rigidez de mi mente; y al flexibilizar uno, el otro también se abría.
No estaba aprendiendo algo nuevo: estaba recordando.
Mi instructor de yoga, mi maestro de este camino, no me enseña con teorías vacías: me invita a despertar conciencia en la práctica, en cada respiración y en cada movimiento.
Con él entendí que aprender no siempre es acumular información, sino volver a mirar lo que siempre estuvo dentro de mí.
Entre la razón y la sensibilidad
Nunca me consideré escéptica. Me reconozco en evolución, uniendo razón y sensibilidad, ciencia y espiritualidad, biología y filosofía.
Porque mientras la neurociencia me explica cómo cambia mi cerebro, el yoga me recuerda por qué tiene que cambiar: para vivir en coherencia conmigo misma.
Aquí la ciencia también nos da sustento: el neurocientífico Antonio Damasio sostiene que “la razón comienza en las emociones”.
Es decir, lo que no pasa por el cuerpo y la experiencia no logra transformarse en verdadero aprendizaje.
✨ La verdadera sabiduría no está en saber más, sino en sentir con más presencia.
El yoga como laboratorio vivo
El yoga no es solo estirarse o relajarse. Es un laboratorio vivo de transformación.
Regula el sistema nervioso y baja el cortisol.
Eleva neurotransmisores como serotonina, dopamina y GABA.
Mejora memoria, atención y regulación emocional.
Disminuye ansiedad y fortalece la resiliencia.
Integra cuerpo y mente, afinando la conciencia y el bienestar.
Cada respiración te recuerda que habitar el cuerpo es habitar tu vida.
La espiritualidad no es un concepto abstracto, sino una experiencia encarnada.
La ciencia también lo confirma: integrar espiritualidad y neurociencia no es anecdótico.
Estudios muestran que disminuye la ansiedad y la depresión, fortalece la atención y aporta sentido de propósito.
Así, la espiritualidad deja de verse como opuesta a la ciencia, y se entiende como un factor que guía y potencia la plasticidad del cerebro.
✨ La ciencia estudia los mecanismos de la vida. La espiritualidad nos enseña a experimentarla.
Soy médica, pero aprendí a ser humana respirando con atención, escuchando a mi cuerpo, reconociéndolo como portal y guía.
Hacks para integrar ciencia y espiritualidad en lo cotidiano
El cambio profundo no ocurre en grandes gestos, sino en pequeñas repeticiones conscientes.

1. Respiración de coherencia cardiaca: 6 respiraciones por minuto durante 3–5 minutos. Regula la variabilidad cardíaca y equilibra el sistema nervioso autónomo.
2. Diario de emociones corporales: anotar una vez al día “qué sentí en mi cuerpo” (tensión, calor, peso, alivio). Entrenamiento para que el cerebro registre y regule señales emocionales.
3. Micro-pausas de atención plena: 2 minutos entre tareas para volver al cuerpo (tocar la mesa, mover los pies, observar la respiración). Pequeños resets que bajan cortisol y aumentan claridad cognitiva.
4. Movimiento consciente breve: estiramientos suaves o caminata lenta de 10 minutos. Activa neurotransmisores como GABA, vinculados a calma y resiliencia.
🌿 La ciencia puede medir los resultados. Vos podés sentir la transformación.
Antes de despedirme...
Por qué subo al escenario... Hoy abro esta conversación con vos. Tal vez también sentiste que la rutina te adormeció o que vivías más pendiente de lo que debías ser que de lo que realmente sos.
Aprendí que nacemos con tres derechos esenciales: Ser sanas, ser felices y expresar nuestro mayor potencial.
Estos derechos no se conquistan, se recuerdan.
Recordarlo me transformó a mí.
Quizás también pueda despertarte a vos.
👉🏼 Te pregunto: ¿cuál de estos tres derechos sentís hoy más descuidado en tu vida?
PORQUE VOLVER A NOSOTRAS MISMAS NO ES UN LUJO: ES UN DERECHO.
💌 Te abrazo,
🪶 Te leo en los comentarios, para conocer tu experiencia y de qué temas te gustaría que hablemos en las próximas entregas.